Polen y ácaros, las alergias más comunes

Con la primavera vuelven a agudizarse las típicas alergias primaverales. La Dra. Karla Gabriela Morales, especialista en alergología en el Hospital Parque Llevant de Porto Cristo, nos cuenta cuáles son estas alergias, qué medidas de prevención podemos tomar y qué posibilidades de tratamiento hay para aliviar sus síntomas.

Polinosis

El polen tiene un papel protagonista en esta época del año debido a que la primerave es la estación de mayor polinización. Puede desencadenar reacciones alérgicas como rinitis, conjuntivitis o incluso crisis asmáticas.

Los polenes alergénicos varían según la vegetación, el clima y la localización geográfica. Existen tres tipos de polen que causan alergia: de gramíneas, árboles y malezas. Los más frecuentes en la primera son los de ciprés, plátano de sombra, parietaia, olivo y gramíneas, aunque debemos saber que cada uno tiene un periodo de polinización específico, y que se extienden más o menos en el tiempo.

Alergia a los ácaros

El clima húmedo y las características geográficas de la isla hacen que los ácaros sean una de las alergias más frecuentes y predominantes en nuestro territorio.

Los ácaros son artrópodos pertenecientes a una subclase de arácnidos: miden aproximadamente entre 0,2 y 0,5mm, por lo que no se ven a simple vista y se encuentran en el polvo doméstico o de almacén.

El principal factor para su crecimiento es la humedad. El balance de agua es fundamental para su supervivencia ya que alrededor del 75% de su peso corresponde a esta sustancia. Cuando la humedad ambiental disminuye, la pierden y se desecan. También les influye la temperatura ambiental, encontrando su situación ideal entre los 25-30°C.

Es por esta razón que a pesar de encontrarse siempre entre nosotros tienen una “estacionalidad” respecto a los niveles de humedad y la temperatura específica de determinadas épocas del año que harán que los pacientes estén peor de sus síntomas en primavera y otoño.

Síntomas, tratamiento y prevención.

Los síntomas de alergia pueden ser leves, moderados o graves; y según su gravedad pueden afectar la calidad de vida de los pacientes de forma importante interfiriendo en sus actividades diarias (desempeño en el trabajo, estudios, relaciones sociales y calidad del sueño).

 Los síntomas más frecuentes con los que los pacientes acuden a consulta son:

  • Enrojecimiento, picor, lagrimeo en los ojos.
  • Congestión u obstrucción nasal, picor (nasal, ótico, en paladar…), rinorrea (aumento mucosidad nasal), y/o estornudos en salvas, en las vías respiratorias altas.
  • Dificultad para respirar, tos y/o auto escucha de ruidos respiratorios, en las vías respiratorias bajas.

Para el diagnóstico correcto es importante hacer una adecuada historia clínica y exploración física. Después, se procede a realizar pruebas en la piel llamadas “prick test o pruebas de alergia intraepidérmicas”. Estas pruebas están diseñadas para identificar el alérgeno causante de los síntomas del paciente. Además, dependiendo de dichos resultados también podría ser necesario realizar una analítica adicional para establecer el diagnóstico, correlacionando siempre con la clínica del paciente, explica la Dra. Morales, especialista en alergología en el Hospital Parque Llevant.


 

Por su parte, el tratamiento estará enfocado obviamente al tipo de alergia y al grado de afectación del paciente, contemplando tanto la educación en las medidas de evitación como la medicación. Entre otros, los medicamentos más habituales son antihistamínicos, colirios, inhaladores nasales o bronquiales e incluso inmunoterapia (vacuna). Hay que tener presente que la dosis, la frecuencia, la técnica de uso y el tipo de presentación de dichos medicamentos debe adaptarse a cada paciente y ser supervisada por un especialista.

Siempre es recomendable que acudan a un centro especializado como el servicio de Alergología del Hospital Parque Llevant, para que se determinen las opciones de tratamiento.

En cuanto a la prevención, las primeras medidas que se tienen que hacer tras el diagnóstico principalmente consisten en la evitación y estas serán específicas dependiendo del tipo de alérgeno al que el paciente se encuentre sensibilizado. Por ejemplo: en el caso del polen utilizar en las salidas mascarillas FFP2, en viajes en coche evitar bajar las ventanillas, etc. En el caso de los alérgicos a ácaros ventilar la casa con frecuencia, realizar las tareas de limpieza usando mascarilla FFP2, aspiradora y trapos húmedos, utilizar fundas anti ácaros, entre otras.